Vane Butera se de un «Changüí» con su nuevo disco*

 Vane Butera se de un «Changüí» con su nuevo disco*

*Por Maxi Carranza

Vane Butera transformó la temporada anterior, signada por la pandemia y la cuarentena,  en dos trabajos discográficos. En marzo de 2020 tenía todo listo para presentar  Adonde no me llaman pero llegaron las restricciones y el álbum se quedó sin estreno sobre los escenarios. En el parate artístico no perdió el tiempo ante esa chance y arremetió con Changüí, que grabó el año pasado por streaming y ahora está presentando en los medios. El material es el tercero en la carrera de la vocalista bonaerense, que además posee una extensa trayectoria como actriz en teatro, comedias musicales y ficciones televisivas. En la pantalla chica fue parte del elenco de Esperanza mía, Fronteras, Sandro de América y Simona, entre otras series. Ahora está concentrada en su faceta de cantautora con este trabajo de 13 temas propios editado de manera independiente. El material conjuga –desde los títulos y las letras- los verbos soltar,  sonreír, cambiar, abrir y caer en canciones de variados estilos. El repertorio muestra un abanico de ritmos que atraviesan el reggae, la zamba y la balada, lo que hace difícil encasillar la propuesta de Vane Butera. En esta entrevista con El Árbol Cultura, la artista habló del nuevo álbum y  de sus influencias musicales.

En Córdoba, el término “changüí” es muy usado en el sur de la provincia, sobre todo en Río Cuarto. Sabemos que  lo tomaste de una canción del disco anterior “La China”, ¿qué motivó su elección? 

-A esa palabra la uso mucho y tiene un significado muy hermoso por esa cuestión de la segunda oportunidad. Lo que más me gusta es que esa chance se le da el que  va perdiendo, no al que está ganando. Me parece lindo para el que lo recibe porque es una sensación de esperanza y también para el que lo da por su generosidad. Me gusta que todas las canciones de mi nuevo disco tengan ese concepto porque  fueron un “changüí” clarísimo cuando aparecieron,  ya que la estaba pasando mal y fueron una salvación. Ahora que no son mías y están en el mundo sonando me da una especie de esperanza tremenda pensar que pueden ser un “changüí” para alguien que las escucha en un momento oscuro.

¿La canción “Apocalipsis” que abre el álbum debe ser la más representativa de la etapa pandémica?

-Sí, es la más 2020 que hay en el disco y es la que sintetiza lo que está en otras canciones. Hay un montón de temas como “Abrir la jaula”  o  “Ay soltar!” que hablan de esas situaciones en las que te das cuenta que tiene que ser hoy: irte de los lugares donde no debés  estar. Que tenés que soltar ahora lo que no te hace bien y ser quién querés ser. Es ahora, porque no sabés mañana lo que va a pasar, el mundo se nos da vuelta y ¡qué hacemos! En algunas canciones eso está de manera solapada pero en “Apocalipsis” está muy literal.

Con respecto al tema “Casa tomada” del disco anterior Adonde no me llaman, ¿estuvo inspirado en Cortázar o fue una casualidad?

-Tengo un amor muy profundo por Cortázar, es uno de mis autores preferidos pero esta canción en particular no tiene que ver con el cuento pero me encanta pensarlo de esa manera. Cuando le puse el título, enseguida me acordé de ese relato y me pareció una coincidencia hermosa.

En las primeras escuchas de tus canciones noté una influencia flamenca o española en la forma de cantar. No sé si ya te lo habrán dicho en otra oportunidad.

-La verdad que no me lo habían dicho. En las anteriores etapas fui un poco más rioplatense o latinoamericana en mis raíces musicales, en cuanto a lo que escuchaba pero desde hace un tiempo a esta parte me volví muy fanática de un montón de cantautores españoles muy hermosos: Rosalén, Pedro Pastor, Té Canela, bandas de allá y me empezó a pegar eso pero fue reciente. Por eso creo que es el primero de mis discos que tiene un airecito que viene más de ese lado.  Esa música tiene mucho de juego y juntada o fogón. Creo que eso se ve reflejado más en el disco porque grabamos en vivo  y tiene esa cosa de estar todos tocando al mismo tiempo en un mismo lugar.

¿Cómo fue la relación con Javier López del Carril, productor de los últimos discos?

-Siente el alma de la canción y la enriquece, que es la tarea del productor. Aunque pasa muy pocas veces porque al autor le cuesta desprenderse de la canción y verla a través de los ojos de otra persona. Cuando encontrás alguien que agarra la canción y  hace que sea más  claro el mensaje de lo que uno quería decir, cómo no va a haber continuidad. Es difícil de soltar eso. Por suerte tengo la alegría de que trabajamos muy bien juntos y en vivo me acompaña muchas veces. Formamos además una linda banda que es la que grabó Changüí y el disco anterior. Fue un sexteto con el que ansío seguir trabajando porque es muy difícil encontrar esa comunión musical que aparte viene con hermosas personas. Cuando se da todo eso hay que cuidarlo y hacerlo crecer, en eso estamos.

¿Cómo es tu relación artística con la provincia de Córdoba?

-Fuimos con Esperanza mía y creo  que con Niní, una serie que hice hace mucho tiempo y no sé si con Simona también.  A cantar fui dos veces, me parece que en el 2016 a hacer un concierto mío, chiquito. En 2018 hice un show con Sir Hope, un cantor cordobés genial y Sebastián Guerschuny que es un cantautor de Buenos Aires. Era el plan ir el año pasado con Adonde no me llaman, no se pudo pero espero ir en el verano.

De las obras de teatro independiente que hiciste, ¿cuál fue la que más te marcó?

-Hay un montón. Una de las que más me hubiera gustado seguir haciendo fue “22:22 Crónicas de un mundo absurdo”, un musical que se hizo hace  un par de años en el Teatro Kairós de Buenos Aires. Estuvo dirigida Lautaro Metral, cordobés ya que estamos. Era una obra con un mensaje precioso y con una música bellísima absolutamente. Fue una de las más lindas de las que me tocó ponerle el cuerpo.

Vane tiene una impronta muy especial: con su voz y sus letras se hace escuchar cada vez más fuerte, liberada de etiquetas y encasillamientos musicales. Su fuerte identidad musical que la define como una artista única le permitió cosechar un público fiel que crece cada vez más y se identifica con sus letras honestas, directas, regadas por la ironía que la caracteriza. 

Suma más de 2 millones de reproducciones en Spotify. En 2017 abrió el show de Joaquín Sabina en Mar del Plata, agotó shows en La Trastienda, La Tangente y el teatro Maipo, fue parte de festivales como el Ciudad Emergente, Mujeres en Escena y formó parte del festival mexicano Cardinal. Algunas de sus canciones también formaron parte de la banda de sonido de novelas como en el caso del éxito “Las estrellas”

Agradecemos a Maxi Carranza su colaboración con esta entrevista que se suma al Árbol Cultura para seguir tendiendo esta comunicación tan amena entre los lectores y los artistas.

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